La hemeroteca de La Voz de Galicia como herramienta de creación en Terror Mortis

Uno de los aspectos que más disfruté a la hora de escribir Terror Mortis fue el proceso de documentación. En mi caso, la hemeroteca digital de La Voz de Galicia, disponible en línea (previa suscripción) desde el 4 de enero de 1882, se ha convertido en una compañera de viaje imprescindible.

X. M. FERRO FORMOSO

8/29/2025

Por mi trabajo como documentalista estoy acostumbrado a manejar este tipo de fuentes, y lo cierto es que la hemeroteca de La Voz de Galicia resulta excepcional. Me permite asomarme directamente a la sociedad gallega de finales del siglo XIX y acceder a detalles que enriquecen la construcción del relato en todos sus aspectos: lo social, lo político, lo religioso, lo educativo o lo cultural. Esa riqueza de matices es la que me ayuda a dotar de vida a la atmósfera que envuelve Terror Mortis.

Las fuentes hemerográficas son tan importantes para mí que decidí que la primera escena de la novela comenzara precisamente con un ejemplar de La Voz de Galicia. Mientras viaja en carruaje hacia As Pontes, el doctor Lafontaine se detiene a leer una noticia sobre un robo en las iglesias de Pontedeume.

Ese artículo es real. El suceso ocurrió de verdad, aunque en una fecha distinta a la que sitúo en la novela: apareció publicado en La Voz de Galicia el sábado 10 de abril de 1886, mientras que la acción de Terror Mortis transcurre entre la primavera y el verano de 1888. Para integrarlo en la trama lo reproduje casi de forma literal, con algunas correcciones de estilo y gramática para facilitar la lectura actual.

Creo que estos pequeños anclajes con la realidad permiten que la ficción respire de otra manera. Al final, lo que busco es que quien se adentre en la novela sienta que camina por las mismas calles que mis personajes, escucha sus conversaciones y respira el aire de aquella Galicia de finales del XIX.

Las fuentes hemerográficas, además de su valor documental, son herramientas de enorme utilidad tanto para la investigación como para la creación. En mi trabajo diario en el ámbito del patrimonio cultural, me permiten rescatar episodios olvidados, contextualizar tradiciones y comprender cómo se construyó la mirada de cada época sobre su propio tiempo. Y en la escritura, esas mismas ventanas hacia el pasado me ofrecen la posibilidad de transformar la memoria en relato, de tender puentes entre lo real y lo ficticio.

En una sociedad dominada por la inmediatez como en la que vivimos, volver a la prensa del siglo XIX supone un ejercicio de pausa y de escucha: escuchar cómo se narraban los sucesos, qué se celebraba, qué preocupaba y también qué se silenciaba. Esa mirada al pasado no solo aporta rigor, sino que abre un caudal de inspiración para quienes trabajamos con la memoria, ya sea desde la gestión del patrimonio o desde la literatura. Porque, al fin y al cabo, lo que nos permite comprender el pasado y recrearlo en el presente es esa huella impresa en papel que sigue hablándonos más de un siglo después.