Clara y Lafontaine: un encuentro marcado por el turismo hidromineral

Entre mediados del siglo XIX y buena parte del siglo XX se articuló en torno al manantial de aguas ferruginosas de As Buliqueiras, en As Pontes de García Rodríguez (A Coruña), una suerte de peregrinación cuyo fin último era obtener los beneficios de sus aguas, recomendadas para personas con deficiencia de hierro y para la mejora de estados carenciales, debilidad y convalecencia.

X. M. FERRO FORMOSO

8/31/20251 min read

En mi novela Terror Mortis, la Fonte das Buliqueiras adquiere un profundo valor simbólico, pues en torno a ella confluyen Clara y el doctor Lafontaine, dos personajes que comparten no solo el destino de la intriga, sino también una dolencia común: la anemia. Su paso por la villa de As Pontes no es fruto del azar, sino consecuencia de las recomendaciones médicas de la época, que atribuían propiedades salutíferas a las aguas ferruginosas de la fuente.

La ficción dialoga así con la realidad, ya que este turismo hidromineral fue, hasta bien entrado el siglo XX, una práctica consolidada. Basta acudir a la hemeroteca de finales del XIX y de las primeras décadas del XX para comprobar que As Pontes de García Rodríguez se convirtió, durante los veranos, en un destino frecuentado por visitantes de toda Galicia y de otras regiones de España. Los periódicos de entonces recogen numerosas noticias y notas sociales que reflejan un incipiente turismo de salud y veraneo, en el que familias enteras acudían a las Buliqueiras en busca de alivio para enfermedades vinculadas a la sangre, la debilidad general o el agotamiento nervioso.

Ese flujo de visitantes marcó durante décadas la vida estival de la villa, que llegó a ser reconocida como un discreto enclave de salud y descanso en el interior coruñés, muy en la línea de otras fuentes y balnearios de la época. La presencia de Clara y Lafontaine en la novela no hace sino subrayar cómo la memoria literaria hunde sus raíces en ese pasado real, en el que la fuente fue punto de encuentro tanto para quienes buscaban curación como para quienes hallaban allí momentos decisivos de su existencia.

A día de hoy, la fuente de As Buliqueiras todavía se conserva, testimonio vivo de aquella tradición hidromineral que marcó durante décadas la vida estival de As Pontes y que ahora pervive como memoria de un tiempo en que la salud y el encuentro se daban cita en torno a sus aguas.