Caminando por noviembre entre la incertidumbre y la esperanza
Encuentros literarios y nuevos lectores iluminaron uno de los meses más oscuros de mi vida
X. M. FERRO FORMOSO
11/21/20252 min leer


Noviembre ha sido un mes de contrastes. Comencé a recorrerlo caminando por las tinieblas de la desazón, con la incertidumbre de la pérdida llamando a mi puerta y obligándome a reflexionar, a mirar la vida desde otro ángulo. Pero, felizmente, terminó abriéndose paso una claridad inesperada, de la mano de la esperanza, que culminó dejándome un muy buen sabor literario.
Inicié el mes en la villa de Ortigueira (A Coruña), en la tempestuosa tarde del viernes 7, rodeado de amigos y conocidos que se acercaron para descubrir las historias que se ocultan en cada una de las páginas de Terror Mortis. La invitación realizada por los buenos amigos de la Asociación Terras do Ortegal, Xosé María Torres Bouza y Manel Bouzamayor Riola, me brindó la oportunidad de dar a conocer las aventuras del doctor Lafontaine en un espacio singular como la Biblioteca Municipal Juan Fernández Latorre, un hermoso edificio diseñado con fines educativos por el arquitecto modernista Julio Galán en la primera década del siglo XX.


Agradezco de corazón a todas las personas que se acercaron, por su atención, sus preguntas y esa calidez tan característica de Ortigueira. Y mi reconocimiento al equipo de la biblioteca, que hizo que todo fluyese con naturalidad, creando un ambiente perfecto para hablar de literatura y de memoria.
La otra cita inolvidable del mes fue en mi localidad natal, As Pontes de García Rodríguez (A Coruña), en el Club de Lectura de la Biblioteca Municipal Rivera Rouco. Allí la experiencia fue distinta: no se trataba de presentar la novela, sino de escucharla a través de quienes ya habían caminado por sus páginas.
Conversar con lectoras y lectores que habían pensado en Lafontaine, en Piñeiro, en el Galés… que se habían detenido en detalles que casi había olvidado, o que se habían emocionado con ambientes y lugares de su propia niñez, fue para mí un regalo inesperado. Estos diálogos son la prueba de que un libro nunca termina de escribirse por completo: vive en el pensamiento de sus lectores y continúa creciendo con cada lectura. A todos, gracias por la sinceridad, por vuestras reflexiones y por el afecto mostrado hacia Terror Mortis.